Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos
estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado
grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero
en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al
pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada
de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero
ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue
siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón
generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños
discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.
Albert Camus
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